sábado, 15 de octubre de 2011

RAMON DE CALA Y BAREA

DATOS BIOGRAFICOS
Nacimiento 29 de enero de 1827
Jerez de la Frontera, Cádiz, España

Fallecimiento 12 de julio de 1902
Jerez de la Frontera, Cádiz, España

Ramón de Cala y Barea Nació en Jerez de la Frontera, el 29 de enero de 1827, y falleció en la misma ciudad el 12 de julio de 1902. Organizador del Partido Republicano en Jerez y su comarca. Presidente de la Junta Revolucionaria de Jerez en 1868. Síndico del Ayuntamiento de Jerez. Senador.
Vicepresidente del Congreso en las Cortes republicanas, donde presentó el proyecto de Constitución Federal de la República. que incluía un marco de autonomía andaluza.
Director del Periódico "La Igualdad", y miembro de la Redacción de "El Combate", dirigido por el jerezano José Paúl y Angulo
Al final de su vida, conoció la miseria, trabajó como peón en la construcción de una línea de ferrocarril, y murió en Jerez, en un hospital de caridad.
En Jerez hay una calle que lleva su nombre y un monumento erigido en el 2002 en homenaje a su figura
[editar] Obra
• "Los comuneros de París: historia de la Revolución Federal de Francia en 1871" (Madrid, 1872)
• "El problema de la miseria resuelto por la harmonía [sic] de los intereses humanos."(Madrid, 1884). En el 2002 el Ayuntamiento de Jerez publicó un facsímil de esta obra con varios estudios preliminares.
• "Sucinto proceso de las elecciones de febrero en la circunscripción de Jerez de la Frontera", 1891

HIMNO DE ANDALUCIA:

Enlace Himno Nacional deAndalucia con letra :http://youtu.be/4xwwntp91XA
La bandera blanca y verde vuelve, tras siglos de guerra, a decir paz y esperanza, bajo el sol de nuestra tierra. ¡Andaluces, levantaos!, ¡Pedid tierra y libertad!, Sea por Andalucía libre, España y la humanidad. Los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos: hombres de luz, que a los hombres, alma de hombres les dimos. ¡Andaluces, levantaos!, ¡Pedid tierra y libertad!, Sea por Andalucía libre, España y la humanidad.

Enlace:..Himno Nacional de Andalucía, Andalusian National Anthem.http://youtu.be/8wnR5ES-TyA

BREVE VIDEO ANDALUCISTA

 Enlace:   
 ANDALUCIA, ANDALUCISMO Y CARLOS CANO:  http://youtu.be/IVpJJTedPE0

viernes, 14 de octubre de 2011

RAMON DE CALA: VISTO POR IDENTIDAD ANDALUZA IV


En 1883 Andalucía dispuso de un primer Estatuto con rango de Constitución Federal de los Cantones Andaluces, que no pudo ser viable porque, entre otras cosas, la fecha de redacción coincide con la nefasta represión obrera de aquel mismo año.

Manifiesto Asamblea de Ronda 1918




Esta Constitución Andaluza nace en las mismas circunstancias que el Pacto Autonomista Catalán, y es asumido en su integridad por los andalucistas históricos en la Asamblea de Ronda de 1918.  También se respetó como base autonómica para la redacción del Estatuto de 1933, de nuevo a punto de estar vigente en la II República, y de nuevo impedida su puesta en práctica por el golpe fascista de 1936.
 De aquí que la historia de nuestra soberanía andaluza no sólo es equiparable a la de otras nacionalidades llamadas históricas, sino que además, Andalucía fue la puerta de entrada de todo el nuevo pensamiento liberal, que favorecía el impulso de los proyectos autonómicos de las otras nacionalidades.

Manifiesto
 Los conceptos de autonomía, federación, y nacionalidad, empiezan a ser definidos a partir del pronunciamiento de Cádiz de 1868, en muchos casos a la par con la ideología del socialismo utópico y con la razón del Estado Republicano, y, fue profesado por los andalucistas cantonales precursores del movimiento nacionalista de Blas Infante. No podemos olvidar que el sentimiento de: Soberanía estuvo latente desde comienzos del siglo XIX, activado por el abandono de los poderes centrales a las fuerzas napoleónicas, y tuvo su expresión más concreta y definida en la Junta soberana de Andujar de 1835. Esta Junta lucha contra un sistema que necesariamente engendra el caciquismo, y, se fija en la política municipal autonómica como primer objetivo de la Soberanía Andaluza.
En esta Constitución Cantonal de 1883 donde aparecen delimitados con precisión los conceptos de autonomía y federación, se impondrán las tesis sobre la soberanía de Ramón de Cala y Eduardo Benot:
“Andalucía –diría el artículo 1º- es soberana y autónoma; se organiza en una democracia republicana representativa, y  no recibe su poder de ninguna autoridad exterior al de las autonomías cantonales que le instruyen por este pacto…”.

<<El poder legislativo reside en un ‘Congreso de Representantes’, integrado por ‘diputados del pueblo’ y ‘profesionales o de clase’ (Art. 40), elegidos, los primeros, por sufragio universal, y, los segundos por las centrales sindicales>>.
Blas Infante
<<…Cualquier ciudadano andaluz podrá presentar y defender ‘ante la barra’ cualquier proyecto que, previamente, haya presentado en la Secretaría del Congreso del País Andaluz”.

Por la barra se proporcionaba a los ciudadanos andaluces la posibilidad de plantear al Congreso, individual o corporativamente cuestiones más globales y generalizadas de la legislatura; lo que garantiza el contacto de los diputados con la base popular y los vinculaba con mayor fuerza y coherencia al electorado. La barra  favorece, por tanto, la autogestión popular. Con este derecho, el pueblo se habitúa a mantener sus propios planteamientos y su protagonismo al margen de la planificación global, que en materia legislativa llevara el Congreso.

<<El poder ejecutivo es asumido por un ‘Consejo Federal’, presidido, rotativamente, por el miembro de mayor edad, prescindiéndose de la figura de un presidente como institución>>. (Atrs. 59-60-61).

<<…Se reconoce, también, la independencia de su poder judicial y se contempla la posibilidad establecer un ejército con un esquema electivo popular”. (Arts. 84-85).

<<…Llama la atención por otra parte –escribiría Santos Lopez- ver reaparecer el texto de Antequera en manos de los andalucistas de Blas Infante que, considerándolo legado incuestionable de la causa de Andalucía, lo van a asumir en la famosa asamblea de Ronda de 1918…>>.

Va para un siglo desde la promulgación oficiosa de esta Constitución en el País andaluz, y, todavía en su esencia sigue siendo la pieza jurídica válida y primaria para nuestra real Autonomía. <<Una autonomía que –como dijera Ramón de Cala- sustituyera, en una palabra la guerra por la paz y el ruido de las armas por la serenidad de la razón y del deber>>.

RAMON DE CALA: VISTO POR IDENTIDAD ANDALUZA III


El 18 de Julio de 1873 Ramón de Cala junto con sus compañeros Francisco Díaz Quintero y Eduardo Benot presentaron un proyecto de Constitución Federal de la República. En este proyecto se reconocían como órganos de estructura: el <<municipio, el cantón o el estadio regional y el estado Confederal>>, suprema institución del país, enlazados por medio de pactos políticos y con total autonomía, según el modelo federativo de Proudhom.

La estructura del Cantón parte del derecho natural del ciudadano de un país a configurar su ordenamiento político y económico en libertad y en solidaridad con los otros cantones federales. El Estado de la Confederación sería el instrumento de enlace y supervisión de las actuaciones delegadas que las asambleas Cantonales tuviesen encomendadas. La organización geopolítica del cantón nace de la unión libre del municipio en comarcas, y la de estas en el órgano superior de una comunidad.

A pesar de que este proyecto fue reconocido con acierto y verdadero avance de las ideas democráticas de la época, y que incluso sirvió también de modelo para países europeos y del nuevo continente,  no fue considerado viable por la alta clase política, aceptándose el que presentaba Castelar y Palanca, de tinte más moderado.
El pueblo andaluz no estaba más atrasado que este proyecto de Constitución Cantonal. La proclamación en 1873 de los cantones de Sevilla, Málaga, Cádiz, Córdoba y Granada ponía en graves aprietos al poder republicano central. Su presidente, Nicolás Salmerón, concebía la democracia con un sentido centralista a pesar de que se le considere avanzado de ideas. Durante el mes de Junio estallaron sublevaciones en Málaga, San Fernando, Sanlúcar y Sevilla. El 30 de Junio el pueblo sevillano se apodera de las armas del Parque; el gobernador comunicaba a Madrid que creía inevitable LA PROCLAMACIÓN DEL ESTADO DE ANDALUCÍA.

Algunos párrafos del manifiesto de Despeñaperros –21 de Julio de 1873- dirigido a Los federales de Andalucía, decía:

<<Los traidores de la República han constituido un gobierno más conservador, más reaccionario, más centralizador, que el anterior Gobierno…>>

<<Hay más: esta Asamblea al constituirse proclamó la República Federal; y esta forma de gobierno exige la inmediata formación de los Estados confederados… Si el pueblo quiere ejercer su soberanía ¿con qué derecho esta Asamblea y este Gobierno se opone a la inmediata constitución de los Estados?…>>.
<<En Despeñaperros, histórico e inexpugnable baluarte de la libertad, se enarboló ayer la bandera de INDEPENDENCIA DEL ESTADO ANDALUZ.

Ínterin se constituyen los cantones del ESTADO ANDALUZ…
¡Viva la República Federal con todas sus reformas sociales!>>.
La situación –como escribe M. Ruiz Lagos- <<…era delicada y en esta ocasión, Andalucía en su planteamiento cantonal configuraba un nuevo ordenamiento político del Estado Central sobre la base del autonomismo integral…>>

El miedo del centralismo a este movimiento cantonal, también estaba  a  las  alturas de las circunstancias. La actuación del general Pavía –encargado por el gobierno republicano de exterminar el movimiento cantonal andaluz- se recoge en sus propias palabras: <<…Si los soldados del reducido ejército de Andalucía disparaban los primeros tiros en España contra el cantonalismo, era segura la lucha y probable la victoria, y si el cantón de Sevilla era destruido… podría lograrse rápidamente la destrucción del cantonalismo en Andalucía… la anarquía y el cantonalismo en Andalucía decidían la suerte del Estado Español. Si aquel era vencedor, todo el país se haría cantonal; pero si era vencido, el cantonalismo desaparecería y la faz de España cambiaría…>>.

<<Toda la población de Sevilla –escribiría el citado general- se puso en armas aumentando considerablemente las numerosas fuerzas populares que estaban armadas junto con el resto del pueblo que no tenía armas y con los numerosos pueblos inmediatos a Sevilla que se prestaron a armarse e hicieron causa común para proclamar el cantón sevillano…>>.

<<Las barricadas populares se extendían desde la Fábrica de Tabacos –sede del gobierno cantonal- hasta la Macarena, y las azoteas y balcones de las casas se convirtieron en puestos de artillería. Estas numerosas barricadas estaban defendidas por el pueblo que tiene Sevilla>>.
El día 30 de Julio el general Pavía inició una batida feroz contra el pueblo sevillano que él mismo diría que <<se asemejaba a la entrada de las reses bravas en un matadero>>. A la caída de Sevilla le seguiría la caída de las restantes ciudades andaluzas que se habían constituido en cantones.

Contra la opinión que los postulados oficiales tienen sobre el cantonalismo, equiparándolo también, bajo esta misma óptica oficial, al concepto de reinos taifas o definiéndolo como <<desconcierto político caracterizado por una gran relajación del poder soberano en la nación>>, estamos de acuerdo con M. Ruiz Lagos cuando dice que se está empleando la terminología con un uso deformado por una óptica hegemónica y centralista de la que tan sólo es culpable la organización sistemática impuesta y dirigida a este fin.

El puritanismo y carácter independiente de Ramón de Cala, hace que a la llegada de la Restauración involucionista se separe de la vida política oficial y se condene al ostracismo. Aunque vivió una vida apartada jamás dejó de interesarse en los asuntos de la tierra andaluza; prueba de ello es su participación de la redacción de la Constitución Cantonal de Antequera de 1883, a la que antes hicimos alusión.

La imposibilidad de la actuación política, a partir de 1875, le lleva a dedicarse fundamentalmente a los estudios de sociología, destacando entre sus trabajos: El problema de la miseria resuelto por la armonía de los intereses humanos. Se trata de una memoria dirigida a un comité instituido en la provincia de Cádiz sobre la cuestión social. También escribió varios ensayos políticos como el Sucinto proceso de las elecciones de Febrero en la circunscripción de Jerez de la Frontera. Además es importante resaltar el ya mencionado estudio sobre el federalismo socialista francés, Los Comuneros de París del que Pi y Margall anunciaría que estos hechos <<…los juzgara Vd. a no dudarlo, según su criterio; pero tengo la seguridad de que no los ha de alterar ni mutilar para amoldarlos a ningún sistema>>. Alvarez Junco señalaría que Cala destaca en aquellos hechos <<…la importancia del anonimato, de la inexistencia de líderes, como prueba del carácter popular del movimiento. Describe con exactitud los objetivos revolucionarios de la Internacional –sustitución del régimen salarial, por asociaciones de trabajadores basadas en la propiedad colectiva y unidas entre si por pactos federales- y se declara favorable a ellos, apuntando como posibles defectos su insuficiencia, porque las colectividades pueden ser raíz de nuevos monopolios, y el amenazador centralismo de la organización revolucionaria…>>.

Cala señala en su trabajo el sentido federal de la Comuna <<…La centralización desmedida del Imperio hizo surgir en todos los ánimos la aspiración a la autonomía de los pueblos, protesta viva contra el despotismo>>.

La labor literaria de Ramón de Cala fue bastante más amplia, pero resulta difícil de recopilar, por estar dispersa en periódicos hoy inexistentes.

La prensa local de la época, tanto la obrera como la opuesta ideológicamente  a Cala,  destacó ampliamente, al fallecer Ramón de Cala –ocurrido el 12 de Julio de 1902-, varios aspectos de su personalidad y pensamiento político. Algunos párrafos que la Sociedad de Artes Gráficas, -centro, por entonces, del obrerismo andaluz., insertaba en la prensa, decía:





<<A las siete de la tarde de ayer fue conducido a su última morada,  el cadáver del que fue  honradísimo ciudadano e ilustre político D. Ramón de Cala y Barea… El numeroso acompañamiento que seguía al féretro compuesto en su mayoría por obreros, continuó hasta el cementerio, rindiendo el último tributo de admiración al que fue siempre defensor de las clases jornaleras… Descanse en paz el ‘integérrimo demócrata’…>>.
El Mensajero <<Pudo ocupar en la política los puestos más envidiables y no solamente rechazó la cartera de Ministro… siendo innumerables los rasgos de abnegación y de civismo que esmaltan la historia modesta, a la par que brillante, de este campeón de la democracia>>.


El radicalismo del que muchas veces se la ha tachado, encuentra una coherencia en su propio pensamiento: <<…Que el progreso es ley de la humanidad –escribe- es verdad tan palpable, … pero el progreso se realiza lenta y pacíficamente si  no encuentra obstáculo, que, reteniendo con violencia la corriente, la convierte en torrente devastador; y la historia nos enseña que las devastaciones revolucionarias como las producidas por los ríos desbordados, son proporcionadas a la resistencia ciega que encuentran en su camino las ideas pacíficas y fecundantes de mejora y de progreso social>>.

<<La historia también nos enseña –prosigue- lo mismo que la observación de la naturaleza… las sociedades que no tienen la energía necesaria para romper los diques de la opresión, recobrar su libertad y cumplir la ley de progreso, se estancan también, se corrompen y mueren en medio de espantosos cataclismos, o se extinguen lentamente roídas y devoradas por el embrutecimiento, el fanatismo y la miseria…>>

Podemos observar cómo en Ramón de Cala el sentimiento anti-absolutista y antimonárquico va unido al sentimiento autonomista, cantonal o federal: lógico si tenemos en cuenta que fue con la monarquía absoluta de los Reyes Católicos, y la formación del llamado Estado Moderno, cuando se anula la diversidad histórica, política, económica y cultural de los distintos pueblos de la Península.

En todo el pensamiento de Ramón de Cala hay que resaltar su gran coherencia entre su ideario político y social. Fue un hombre comprometido con el pensamiento y la acción. Un hombre que fue a la política influido por su excesiva preocupación social y por Andalucía, pero nunca utilizó la política para medrar en ella como lo demuestra su propia vida.-












RAMON DE CALA VISTO POR "IDENTIDAD ANDALUZA" II

 La sucesión de los hechos es conocida de todos: La llegada de Prim, a bordo del Zaragoza; las veleidades de Topete; la actuación de las masas y la constitución de una Junta provincial revolucionaria que no satisfizo a los radicales porque <<el procedimiento empleado para constituir la primera junta de gobierno –escribiría Paul-, en verdad anómalo y fuera de las reglas revolucionarias; confirma la tendencia absorbente del militarismo dictatorial, y fue más tarde también motivo de las sangrientas jornadas de Cádiz…>>.



Perez del Alamo
La legalización de la revolución se hizo en Sevilla mediante la proclamación que hizo su Junta revolucionaria que sirvió de modelo para otras. Sus puntos progmáticos fueron redactados por el general Izquierdo, por Pérez del Alamo y por Ramón de Cala: En este texto se consagraba el sufragio universal y libre como una y verdadera expresión de la voluntad nacional; la libertad absoluta de imprenta sin sujeción a los delitos que marca el código de los delitos de injuria y calumnia; la práctica de todas las libertades: la de enseñanza, la de cultos, etc.; la abolición de la constitución bastarda y de todas las leyes orgánicas que de ella se derivan; la abolición de las quintas…etc.



El levantamiento armado cantonal de Cádiz en los primeros días de Diciembre, resistiéndose el desarme de los Voluntarios de la Libertad, milicias populares protagonistas y defensoras de la Revolución, mostraba el divorcio entre la teoría y la práctica de los implicados en el destronamiento de Isabel II. Era la línea divisoria entre los de <<aquí no ha pasado nada>>, que pretendían limitar la revolución a un cambio de Gobierno, y los extensos sectores de clases medias y trabajadores del campo y de la ciudad empeñados en librar batalla por la consecución de un nuevo orden social.

Este levantamiento es el primer síntoma de una revolución traicionada que va a ir radicalizando a los federales andaluces. La actuación del centralismo frente a este poder juntista, cantonal, nos explica los sucesivos levantamientos populares que se suceden durante el sexenio revolucionario. Hay que notar que fueron los cantonales andaluces los más significados en la defensa del federalismo y del poder juntero o cantonal, debido, fundamentalmente a su mayor protagonismo e implicación en este proceso revolucionario.



No había pasado un mes del pronunciamiento gaditano, cuando la prensa progresista salía al paso de la opinión contraria que sobre el juntismo-cantonal se respiraba en Madrid. El periódico La Discusión se preguntaba: <<…¿De qué proviene esta animadversión a las Juntas? ¿Por qué se pide que cesen pronto sus funciones? ¿Fomentan acaso la anarquía? …No. Las Juntas de provincias son poderosos auxiliares de la revolución, las juntas reclaman, estudian y discuten cuanto conviene a los intereses populares; las juntas vigilan trabajan para que la obra revolucionaria se lleve a cabo con todas sus consecuencias…>>.



Manifestacion 4 de Diciembre 1977 por la autonomia
La madrugada del 4 de Diciembre de 1868 se inicia la insurrección en el puerto de Santa María y Cádiz. El motivo <<externo>> será una cuestión de jornaleros que piden aumento de sueldo, y una resistencia armada de las milicias cívicas –Voluntarios de la Libertad- a dejar las armas hasta que no vieran consolidada su Revolución. El motivo de fondo será a toma de conciencia del Pueblo Andaluz. Al frente de esta insurrección aparecería un nuevo personaje: Fermín Salvochea, acogido con simpatías por Paúl y Angulo y Ramón de Cala.



La mecha prendida en la ciudad, cuna de las libertades democráticas y populares, se propagó rápidamente a Málaga, Granada, Sevilla y Jérez. El poder central intervendría por medio del general Caballero de Rodas en un madura represión que según varios historiadores causó no menos de 3.000 muertos.



El centralismo confirmaba una vez más –y, por desgracia, no la última- su actitud reaccionaria y conservadora frente al Pueblo Andaluz. Los Voluntarios de la Libertad que se enfrentaron al ejército regular, eran los  mismos que tres meses antes habían hecho posible la proclamación de la Revolución en la Bahía de Cádiz. Así, el gobierno central devolvía esta moneda a los que hicieron posible la revolución de Septiembre de 1868.



La <<alta clase política>> alardeaba continuamente en el Congreso de Madrid sobre el problema andaluz sin entender nada, encerrados en sus mezquinos conceptos de centralismo y conservadurismo. Ramón de Cala denunció en un extraordinario discurso la actitud reaccionaria de los traidores a la Revolución y se refirió a <<las cuerdas de presos andaluces que salieron por ciento para los presidios de Ceuta y Melilla>>. También señalaría que <<nadie supo medir el alcance de una revolución, y que lo que parece desorden, no es más que fijación de un orden nuevo>>.

Gobierno provisional tras el derrocamiento de Isabel II
Curiosamente, al cabo de ciento nueve años y en la misma fecha del 4 de Diciembre, Andalucía se levantó al unísono con una única arma. Su bandera de liberación, para exigir de nuevo ser reconocida como una nacionalidad libre, progresiva y autonómica en pie de igualdad con los demás pueblos del Estado.



Instaurado el proceso democrático, Cala fue elegido por el Congreso de los diputados, figurando en la izquierda de la cámara. En las constituyentes Cala defendía sus ideas federales, y en el periódico La igualdad –del que era director- llevaba a efecto campañas en las que en algunas cuestiones de forma y contenido no pensaba del mismo modo que Pi y Margall, explicando el alcance y límite de sus teorías federales. Fue uno de los miembros más destacados de la minoría republicana de aquellas cortes constituyentes de 1869 tanto por su elocuencia como por sus conocimientos en materias económicas y sociales.



Volvió a ser proclamado nuevamente diputado, cargo que ostenta hasta 1873, en que es elegido senador por la provincia de Gerona. Esta denominación se debió al partido carlista, reconocido  su empeño por arrancar de Prim el indulto de los cabecillas carlistas que iban a ser fusilados en Cataluña. Posteriormente rechazaría varios puestos como la embajada de París, la cartera de Hacienda, ofrecida por Pi y Margall. Formó parte de la redacción del diario madrileño El Combate que dirigía Paúl y Angulo, por lo que fue señalado, ante sus continuas incitaciones a la sublevación, como uno de los presuntos autores del asesinato del general Prim, demostrando en una sesión memorable de Cortes su inocencia.



Este periódico surgió como necesidad de aplicar las ideas societarias y federales proclamadas en Cádiz. El número inicial apareció el 1 de Noviembre de 1870 componiendo su redacción, aparte de los mencionados, José Isasola, Francisco Córdoba López, Francisco Ripa Perpiña, Federico Carlos Beltrán y Luis Pierda. El diario salía enfrentado al gobierno y su objetivo era demostrar la traición de Prim a los ideales de la Revolución. Por el contenido de este periódico se pude comprender aunque se hubiese servido de ellos en su deseo antidinástico. Recogemos algunos párrafos de su editoriales: <<…las ideas se difunden por la propaganda y se realizan por la lucha… Escribimos ‘El Combate’, el cual nuestra principal misión será inculcar en todos los ánimos la idea de que no con palabras, sino con martillos rompen los esclavos las cadenas que los oprimen; de que no con palabras, sino con bien templados aceros, se derriban las dinastías y los tronos; de que no con palabras se desarman las dictaduras, sino con el unánime esfuerzo material de todos los que gimen bajo su yugo…



Cadiz celebrando "La Gloriosa"
Ahora o nunca –en que la Soberanía Nacional se encuentra desmentida por el artículo 33 de la Constitución- debe ser el lema de combate para todos los hombres de progreso, porque si en esta lucha suprema los reyes quedaron vencedores, no sólo la nuestra, sino muchas generaciones, sufrirían las consecuencias de nuestra indiferencia, de nuestra cobardía y de nuestra derrota.

¿Qué ha curado la revolución de septiembre? Nada. Las tres cadenas del pueblo, la institución monárquica, la Iglesia privilegiada y el código civil, aún permanece enroscada al cuerpo del   hombre. La revolución de septiembre no ha cumplido sus promesas. El pueblo ha sido por sexta vez engañado. ¿Habrá alguno que  niegue al pueblo el derecho de exigir la debida reparación? ¡Cúmplase la Soberanía Nacional! Gritaron unánimemente todas las Juntas Revolucionarias. ¿En qué se ha cumplido la Soberanía Nacional?… Se decretó la disolución de las Juntas Revolucionarias…



Antes de la Revolución del 68, el trabajador cultivaba la tierra y no tenía que comer; edificaba las casas y vivía en madrigueras, hacía zapatos y estaba descalzo;… ¿Qué bienes ha recibido el trabajador de la revolución de septiembre?… ¡Y aún se temen las iras del pueblo, y aún se afirma que no está preparado para recibir los bienes de la República!.



El antirrevolucionario general Prim cumplirá, como siempre, su palabra empeñada con la mano sobre el puño de su espada, y los contribuyentes soberanos aplaudirán su conducta a mandíbula batiente,… ¡Cuánta farsa, cuánta intriga, cuánta miseria y pequeñez! Pero no importa, adelante y siempre adelante, señores monárquicos; coronad pronto el edificio revolucionario porque el Partido Republicano ha apurado, durante dos años el Cáliz de la amargura, y es ya la  hora de la reparación social. Adelante, señores monárquicos, siga la farsa parlamentaria, y sobre todo, general Prim, agarraos fuertemente a la cola de la mayoría con una mano y con la otra a los faldones del sexto candidato, que el pueblo soberano se cuidara de los detalles de la regia profesión…>>


Celebracion de "La Glriosa" en la Puerta del Sol -Madrid-

La salida de esta editorial coincidía con la decisión suprema de instaurar la corona del príncipe Amadeo de Sabaya, solución que era respaldada por Prim. Las contradicciones del general quedaban al descubierto, y por supuesto, esta opinión de conseso era fuertemente atacada por el grupo radical de Paul y Cala. Ellos exigían el cumplimiento del programa suscrito en Cádiz.

Los  hombres de El Combate desilusionado de la Revolución septembrina, y ante la restauración monárquica en la persona de Amadeo, inician una dura campaña de ataque a Prim al que consideraban <<traidor de los principios de la revolución>>. El Combate llama a una ruptura no pactada con el ejército; apela al pueblo en armas como última posibilidad de hacer la revolución social. La incitación a la revolución era la constante del grupo de Ramón Cala como se deja notar en las editoriales de El Combate:



<<… <<Sólo una revolución violenta que haga tabla rasa de todo lo que existe de injusto, de inocuo y de tiránico, y que asiente la sociedad solidamente sobre la base de la democracia y de los derechos del hombre, puede remediarlo, y sólo un gobierno republicano federal que estimule el desarrollo de todas las fuerzas vivas del país y garantice todos los derechos sociales dentro de la libertad y de la justicia, puede, con su descentralización completa, que desenvuelva todas las facultades así individuales como colectivas, curarlos radicalmente>>.



Manifestacion anti Isabel II 1865
Ramón de Cala no votó la constitución monárquica de 1869, tampoco apoyó la restauración amadeista, y respetando el criterio de la mayoría del congreso, nunca dejó de presentar batalla por sus ideales societarios y republicanos-federales: se argumentaba que la legalidad de la monarquía se sustentaba sobre el respeto a unos derechos naturales que eran incondicionales e inmorales; Cala diría: <<…pues si yo demuestro que los derechos naturales están condicionados en el régimen actual; si yo demuestro que tienen que estarlo constantemente mientras exista la monarquía, habré demostrado que es imposible la alianza entre la monarquía y la democracia, y que los demócratas que están en el poder viven alimentados por una ilusión o quizás recurran a un pretexto…>>.



Tras este razonamiento, critica la constitución porque otorga más soberanía a la institución monárquica que a la popular por el derecho de veto amadeista; y por intrínseca intransigencia social que engendraría la revolución. El radicalismo de Cala estaba totalmente justificado; el diría en uno de sus discursos: <<… lo que ha pasado verdaderamente al ‘Partido Democrático’ al contribuir a formar el mecanismo gubernamental presente, lo que ha pasado es sencillamente un error de método. Siendo demócratas debieron  haber principado por colocar en toda su extensión, con absoluta amplitud los derechos individuales, y luego, si aún les quedaba algún deseo de transición o de cariño a la institución monárquica, buscar entre los resquicios y espacios que dejaban esos derechos individuales un sitio donde colocarla…>>.



Isabel II sale para el exilio
No es de extrañar que el jerezano habiendo partido de una concepción demo-liberal evolucionara a otra prácticamente obrerista, siempre conservando su fondo autonomista y federalista, al comprobar que todas las promesas hechas por la burguesía progresista habían quedado en simples palabras. Esta actitud le predispone a llevar una enconada defensa para la legalización de la Internacional a la que se oponían amplios sectores de la burguesía, que en ningún momento estaban dispuestos a admitir el asociacionismo obrero y el derecho a ser socialista.



Para Cala <<…La Internacional es el mecanismo de una idea nueva que viene a pedir a la democracia soluciones de equidad en los medios de producir la riqueza y distribuirla… No es posible de ninguna suerte evitar las manifestaciones naturales del progreso, ni de los intereses de una clase, ni la fuerza de un partido, ni el poder de una ley pueden reprimir lo que se reclaman los tiempos y la necesidad…>>.



La concepción internacionalista de Cala no era óbice ni impedimento para continuar en su planteamiento inicial autonomista y federal. Tanto Cala como Fernando Garrido o Pi y Margall, veían que la solución del problema social había de pasar necesariamente por la contemplación y solución de los hechos diferenciales y abogaría constantemente por la descentralización; <<somos republicanos –diría- pero republicanos que no concebimos sin la autonomía de las regiones y los municipios… Federales, hoy como siempre, dividimos en regiones la Península y las reconocemos autónomas y capaces de reformar su derecho. Podrán bajo nuestro sistema por sus propias leyes, Galicia, resolver el problema de los foros y remediar los males de la extremada dislaceración de su territorio; Andalucía, anular añejas usurpaciones y dividir sus latifundios…>>.

jueves, 13 de octubre de 2011

RAMON DE CALA VISTO POR "IDENTIDAD ANDALUZA" I

 
Político societario y autonomista del País Andaluz. Nace en Jerez de la Frontera el 29 de Enero de 1827. Fallece en su ciudad natal de afección cardíaca el 12 de Julio de 1902.

En el origen y configuración del pensamiento de Ramón de Cala, hay que apreciar aspectos como su nacimiento en el seno de una familia de clase media, adscrita al pensamiento liberal-progresista; la influencia que en él ejerce uno de sus primeros maestros, Juan María Capitán, cuando realizaba los estudios de enseñanza media en su ciudad natal; y, sobre toso, no hay que olvidar que Jerez de la Frontera era una tierra latifundista y una fuerte injerencia del capital extranjero en la explotación y comercialización de los vinos, su principal base económica. Todo ello va a generar inquietudes societarias y económicas en las clases intelectuales de Jerez que, indudablemente, habría de pensar en la formación del joven Ramón de Cala.



Estos factores hacen que la base del pensamiento de Cala sea la conjunción de los principios liberales desarrollados en las doctrinas societarias; es lo que varios tratadistas denominan democracia-radical. Su posterior evolución hacia el pensamiento federalista de Pi y Margall, y, sobre toso, hacia su peculiar visión cantonal y autonomista del País andaluz, contaría con esta base.

Su actitud se inserta en el llamado socialismo humanitario. El mismo dice: <<se me ha dicho que alguno de los oradores han hecho alusión a mis opiniones socialistas… Se me figura que no es este momento de entrar en explicaciones sobre el socialismo y el individualismo; sin embargo, yo puedo decir que dentro de mi conciencia y de mi entendimiento están en armonía los derechos individuales con las teorías socialistas>>.



Pi y Margall
A partir de 1850 empieza a hacerse manifiesta su preocupación societaria. En 1854 era conocido como progresista exaltado, y desempeñaba el cargo de presidente de la Junta Revolucionaria de Jerez y de Síndico del Ayuntamiento hasta la contrarrevolución de 1856, en que pasa a la clandestinidad. Durante esta época la actividad de Cala es muy intensa, fundando comités y centros impulsores de su ideología, como el Casino de Trabajadores, que llega a tener un gran renombre considerándose como precursor de lo que posteriormente se llamarían Casas del Pueblo.



En esta situación de clandestinidad, Cala intentaría proseguir sus estudios (alterados por su intensa actividad política),   pero los tiene que interrumpir afectado por la epidemia de cólera-morbo que asoló Andalucía a finales de 1856. En octubre de 1860 se matrícula en Derecho Romano, Economía Política, Estadística, Derecho Político y Administrativo, Derecho Civil Español, Historia Universal y Geografía; pero de nuevo, al aplicársele el reglamento de asistencia a clase es dado de baja en su matrícula. Los certificados médicos que aporta para justificarse, encubren, probablemente, su dedicación a la política.

Jose Paul y Angulo

La defensa que hace del Instituto de Enseñanza Media de Jerez, cuando éste iba a ser absorbido por el de Cádiz, nos muestra el gran interés de Cala en todo lo que atañe a mantener y reavivar la cultura de su ciudad natal. <<…Extraviarse de Jerez la enseñanza, perder su mas noble y honroso establecimiento nuestra ciudad, la afamada en caudales, que gasta millones en tender hasta el mar el primer ferrocarril de Andalucía, que piensa arrancar un río de su histórico cauce, que proyecta suntuosos teatros y que, por último arrebatada por una humorada andaluza de rumbo y desprendimiento, concibe la idea de edificar una plaza de toros; extraviarse, repito, de Jerez la enseñanza por esconder quince mil duros, sería un fenómeno que nos mancharía la frente con los colores de la vergüenza… Y una idea que me queda por indicar, que tiene relación con la enseñanza, y concluyo: todos clamamos por el establecimiento de una Biblioteca Pública>>.






La participación que Cala tiene en el fallido pronunciamiento de 1866 le valió el destierro en Francia. Aprovechó este tiempo para hacer un estudio de la Comunidad parisina, publicando Los comuneros de París, al que la crítica le ha señalado el gran sentido histórico de este relato, indicando el excepcional valor del ejercitar la traslación de unos hechos ocurridos en Francia a nuestro país.



Fermin Salvochea
Las condiciones objetivas del descontento harían que la comarca gaditana se convirtiera en el punto central de la conspiración que derribaría a Isabel II. En el movimiento se coaligarían unionistas, progresistas y demócratas y en las Juntas coordinadora democrática nos encontramos desde los que eran verdaderos revolucionarios radicales hasta los atemporados oportunistas que en la confusión del momento político optaron por una acción a la que luego, habrían de poner condicionamientos.

Ramón de Cala
Cala empezaría a distinguirse de sus compatriotas demócratas radicales en su radicalismo andaluz. Cuando Paúl y Angulo habla de república, se refiere muy directamente a la implantación de un socialismo estatista, <<adjetivo éste que le diferenciaba fundamentalmente del de Ramón de Cala>>.



Fracasado el intento revolucionario de Junio de 1866, los demócratas radicales gaditanos comenzaron a preparar con Prim el pronunciamiento. Figuraba como agente de Prim, don Antonio Pérez de la Riva, quien realiza importantes contactos con las guarniciones de Sevilla, Ceuta, San Fernando y Cádiz. Le auxiliaban en su trabajo Ramón de Cala, Carrasco, Guilén, La Rosa y Salvochea.



Juan Prim
A pesar de la negativa de Prim, a que en el pronunciamiento participaran las milicias civiles populares, Cala y el grupo demócrata siguieron en su política de movilizar al pueblo y entregarle las armas. <<…En una reunión que se celebró en mi casa –escribe Paúl- para ponernos de acuerdo los que por la revolución trabajamos, llegamos a juntarnos algunos centenares de hombres, todos republicanos. Manteníamos una activa correspondencia con las principales poblaciones de la provincia; ninguno perdonaba penalidad ni esquivaba peligros cuando cedía en bien del fin común, y a pesar de ser escasos nuestros propios recursos pecuniarios, y de estar tan vigilante y despierta la policía, logramos enviar no pocas armas a Ceuta y repartir otras en la provincia de Cádiz…>>.

El sentido jerárquico militar de Prim y sus veleidades conservadoras hacía que no comprendiera y, por tanto, se opusiera a las acciones de movilización popular que proponían los demócratas Paúl, Guillén, y el propio Cala. El alzamiento que se había programado para el día 9 de Agosto se vio interrumpido, probablemente, por la reticencia de los generales ante la avalancha popular que organizaron Ramón de Cala en Jerez, Paúl y Angulo en Cádiz, y Pérez del Alamo en Sevilla. Estas dilaciones de los militares hacen que el partido demócrata y republicano forzara la sublevación, teniendo Cala un protagonismo evidente. Paúl escribe: <<Habiendo consultado a los ciudadanos Guillén, Cala, La Rosa, Salvochea y demás amigos, concurrí a una reunión que tuvieron  los señores Peralta, Ayala, Rancés y Vallín>>.



Los demócratas temían la posibilidad de un intento de proclamación real del duque de Montpensier, a lo que se oponían: <<…porque el pueblo andaluz era republicano>>, o al menos así lo creían Cala y sus compañeros.

RAMON DE CALA EN EL DICCIONARIO DEL FOURIERISMO

Nació el 29 de enero de 1827 en Jerez de la Frontera (provincia de Cádiz, España, murió el 12 de julio de 1902 en Jerez de la Frontera (provincia de Cádiz, España). Propietario, periodista, escritor y diputado en las Cortes españolas del Sexenio Democrático (1868-1873). Miembro de la segunda generación de la escuela fourierista de Cádiz. Su libro “El problema de la miseria resuelto por la harmonía(sic) de los intereses humanos”(1884), se ha considerado como la última expresión del fourierismo español.

Nació en una familia de propietarios de Jerez de la Frontera. Realizó los estudios de Bachillerato en el Instituto de local y comenzó la carrera de Derecho en la Universidad de Sevilla, aunque nunca la terminó por su temprano compromiso político y una enfermedad que le afectó en algunos años de su juventud. Y es que ya en 1854, Ramón de Cala aparece vinculado al Partido Progresista, de ideología liberal y monárquica, formando parte del nuevo Ayuntamiento de su ciudad, elegido en el mes de diciembre. Durante esta etapa municipal, su acción política más original fue la elaboración de un informe sobre el ejercicio de la prostitución y los males que provocaba en la salud pública, consiguiendo hacer aprobar un Reglamento para regularla, que fue el segundo que elaboraba un Ayuntamiento en la España del siglo XIX.
Conspirador contra la reina Isabel II
En los años sesenta abandonó su militancia progresista y se acercó a las ideas republicanas y entre 1862 y 1863 ya asistía a las reuniones que en un taller de fotografía de Cádiz celebraba el núcleo fourierista implantado en esta ciudad, del que formaban parte, entre otros, José Demaría, José Bartorelo, Fermín Salvochea y Fernando Garrido. Al mismo tiempo, promovió la organización societaria de los trabajadores y publicó sus primeros escritos en la prensa defendiendo las tesis fourieristas. El 25 de abril de 1866, por ejemplo, escribía un artículo en la Revista Vinícola Jerezana, titulado “Socialismo”, en el que se manifestaba “partidario del sistema de Fourier, que me parece entre todos los ideados el que más se ajusta a la naturaleza y realiza mejor la libertad”.
Su participación en una fracasada conspiración que pretendía derribar a la reina Isabel II, en 1866, le obligó a ocultarse primero y a salir para el exilio después, estableciéndose en París, donde poseía una vivienda, que fue incendiada años después, durante los sucesos de la Comuna. No tardaría en regresar a España, siendo detenido en los momentos iniciales del golpe militar que terminó derribando a la monarquía borbónica, a mediados de septiembre de 1868. Por este motivo, al triunfar sus amigos, Ramón de Cala pasó de la cárcel a convertirse en el alcalde de su ciudad natal, a mediados de octubre.
Diputado republicano
No estaría mucho tiempo en la vida política local, porque convocadas nuevas elecciones para formar las Cortes Constituyentes, se integraba en una de las dos candidaturas que los republicanos presentaron por la provincia de Cádiz y a mediados de enero de 1869 era elegido diputado en las Cortes españolas.
Ramón de Cala se concentró, a partir de ahora, en la política nacional y en sus tareas periodísticas, a través de los artículos que empezó a publicar en la prensa republicana que se editaba en la capital de España, en periódicos como La Igualdad- del que llegaría ser director en los primeros meses de 1870- o El Combate, en cuya fundación participa, dentro del sector más radical del republicanismo federal.
En las intervenciones que realizó en el Congreso de los Diputados, además de defender abiertamente sus convicciones republicanas, también tuvo la ocasión de exponer sus ideas fourieristas, como haría, por ejemplo, en la sesión del 2 de abril de 1869. Cala aprovechaba la interpelación que hacía al Gobierno por la represión de un motín que tuvo lugar en su ciudad el mes anterior, para acusar a los monárquicos de provocadores y defender su particular teoría sobre las revoluciones, dentro de la órbita del fourierismo más ortodoxo [1].
Conocedor de la Comuna
Terminada esta etapa parlamentaria, quizá desencantado por la restauración monárquica producida en España en la persona del rey Amadeo I, de la dinastía italiana de los Saboya o porque quería conocer de primera mano lo que había ocurrido en París, en los sucesos de la Comuna, lo cierto es que Ramón de Cala decidía viajar a Francia, a las pocas semanas de aplastarse esta revolución y ya el 29 de julio de 1871, remitía una carta desde París al periódico La Ilustración Republicana Federal, que se publicaba el 6 de agosto, en la que daba los primeros datos sobre la represión contra los revolucionarios.
Con toda esta información que recogió durante su estancia francesa, preparó un libro -Los comuneros de París-, aparecido en dos tomos en 1871 y 1872, que representa en palabras de Antonio Elorza, “la contribución española más considerable a la literatura sobre el levantamiento de la capital francesa y su represión” [2]. Y en el mismo año en el que se publicaba el segundo tomo de este trabajo, en 1872, ya de regreso en España, Ramón de Cala se volvía a presentar a las elecciones que se convocaban a mediados de agosto y ahora salía elegido senador por la provincia catalana de Gerona.

 Proclamada la Primera República Española, el 11 de febrero de 1873, Cala volvía a las Cortes, esta vez, como diputado del Partido Republicano Federal. En este Parlamento, su trabajo más relevante lo hizo como miembro de la comisión encargada de preparar el nuevo proyecto de Constitución, que finalmente no salió aprobada por la división interna existente entre los propios republicanos.
El fracaso de este Primera República democrática y el retorno de la dinastía de los Borbones en la figura del rey Alfonso XII, a finales de 1874, representó el final de la vida pública de Ramón de Cala y la llegada de una “larga noche” para el republicanismo español. De este modo, a principio de los años ochenta, Cala aparecía residiendo en la ciudad de Cádiz, colocándose él mismo la profesión de “escritor”.
Siempre con Fourier
La salida de este ostracismo político le llegará en el mes de agosto de 1884, cuando las autoridades monárquicas le invitan a participar en una Comisión Provincial encargada de estudiar “todas las cuestiones que directamente interesan a la mejora y bienestar de las clases obreras, tanto agrícolas como industriales”. Pues bien, pese a que en aquellos momentos se encontraba enfermo en la cama, Cala decidió aceptar la invitación, contestando al cuestionario que le enviaba esta Comisión y publicando estas respuestas en el libro titulado El problema de la miseria resuelto por la harmonía(sic) de los intereses humanos, que apareció en Madrid, en 1884 [3].
Si en la primera parte de este libro, lo que Ramón de Cala hacía era una minuciosa descripción de las condiciones de vida de los trabajadores agrícolas del campo de Jerez, era en la tercera, la que dedicaba a la “solución del problema social”, donde se mostraba como el más ortodoxo seguidor de las doctrinas sociales de Fourier. Por esta razón, para Cala la solución a los problemas de los trabajadores no pasaba por las doctrinas anarquistas o marxistas de la Primera Internacional, sino que estaba en la creación de falansterios, unos organismos que definía de la siguiente manera : “morada de una falange de 2.000 personas aproximadamente, que vienen a ser como la población pequeña de nuestros tiempos, aunque perfectamente adecuada a los destinos del hombre, y propia para la producción en harmonía”.
En este mundo idílico, en la “harmonía” como él lo llama, también habría ejércitos, pero muy distintos de los de la llamada “sociedad civilizada”, orientados a “la conquista, la destrucción y los estragos”. El ejército “fourierista” estaría formado por “las personas que se inclinen por su carácter a las empresas de aventuras, los artistas que sientan deseos de registrar el globo ; y ya formados, se encargarán de los grandes trabajos de utilidad pública”.
Este libro, que incluso incluía un plano de cómo debía ser un falansterio, ha sido considerado como el último de la trayectoria del socialismo utópico español, de aquí su relevancia. Sin embargo, sus propuestas merecieron la total indiferencia de las autoridades monárquicas de la época.

 
Intentó volver a la política en las elecciones de 1891, cuando se implantó el sufragio universal masculino, pero las prácticas caciquiles de los monárquicos lo volvieron a retirar ya definitivamente. Aquejado de una enfermedad cardiaca, fallecería en Jerez el 12 de julio de 1902. Aunque fue enterrado en el cementerio católico de su ciudad, en su tumba los únicos símbolos externos que hay son su nombre y primer apellido y un gorro frigio, símbolo de la Revolución Francesa.
No obstante, el mejor resumen de su vida y de su obra fue el que apareció en la nota necrológica que el 13 de julio publicó el periódico jerezano El Mensajero : “Fue Ramón de Cala, más que un político, un eterno soñador, poeta de temperamento, nunca pudo adaptarse a las impurezas de la realidad”.
Aunque fracasó la iniciativa de los republicanos jerezanos de levantarle un monumento, hoy su nombre rotula una de las calles principales de la ciudad donde nació y murió.








Diego Caro

Notes
[1] Decía : “las revoluciones son los movimientos de la humanidad y obedecen a la ley eterna de los movimientos y de las fuerzas en los astros y en la naturaleza”.
[2] Antonio Elorza, El fourierismo en España, Madrid, Ediciones de la Revista de Trabajo, 1975, p. CXXXVII.
[3] Se editó en la imprenta de D. Juan Iniesta, aunque debió tener una difusión muy reducida a través de la llamada Biblioteca Democrática y Anticlerical. El Ayuntamiento de Jerez de la Frontera hizo una edición facsímil de la primera edición, en el año 2002.
Obras
Artículos publicados en la Revista Vinícola Jerezana, en La Igualdad, en El Combate, en La Ilustración Republicana Federal y en otros periódicos, entre 1866 y 1874.
Los comuneros de París. Historia de la revolución federal de Francia. Madrid, 1871, 1872, dos tomos (edición de la editorial Plus Ultra de Buenos Aires -Argentina- del año 1929).
El problema de la miseria resuelto por la harmonía de los intereses humanos. Madrid, Imprenta de D. Juan Iniesta, 1884.
Sucinto proceso de las elecciones de Febrero en la circunscripción de Jerez de la Frontera. Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 1891.
Bibliografia
José Álvarez Junco, La Comuna en España, Madrid, Siglo XXI de España editores, 1971.
Diego Caro Cancela, Burguesía y jornaleros. Jerez de la Frontera en el Sexenio Democrático(1868-1874), Jerez de la Frontera, Caja de Ahorros de Jerez, 1990.
Diego Caro Cancela : “Ramón de Cala(1827-1902) : republicanismo y fourierismo”, en : Rafael Serrano(coordinador) : Figuras de la Gloriosa. Aproximación biográfica al Sexenio Democrático, Valladolid, Universidad de Valladolid, 2006, pp. 49-72.
Antonio Elorza, El fourierismo en España, Madrid, Ediciones de la Revista del Trabajo, 1975.
Manuel Ruiz Lagos, Ramón de Cala. Federación y Autonomía en el País Andaluz, Jerez de la Frontera, Centro de Estudios Históricos Jerezanos, 1980.
Iconografia
El retrato reproducido en esta noticia procede del libro Los diputados pintados por sus hechos...Madrid, R. Labajos y Cía, 1869-1870, 3 vols.
El plano del falansterio procede del trabajo de Manuel Ravina, titulado “Ramón de Cala y un plano del falansterio”, incluido en la reedición del libro El problema de la miseria..., del año 2002, realizada por el Ayuntamiento de Jerez, p. XLII.
La portada es de la primera edición del libro Los comuneros de París(1871), reproducida en : José Alvarez Junco, La Comuna en España, p. 205.
CARO Diego (2011), “Ramón de (en espagnol) Cala y Barea”, Dictionnaire biographique du fouriérisme, notice mise en ligne en octobre 2011, URL : http://www.charlesfourier.fr/article.php3?id_article=679.

EL SOCIALISMO UTOPICO DEL SEÑORITO ANDALUZ

El socialismo utópico del señorito andaluz
Jorge Lombardero Álvarez

Sobre el libro de Antonio Cabral Chamorro, Socialismo utópico y revolución burguesa: el fourierismo gaditano, 1834-1848, Diputación Provincial de Cádiz 1990, 194 páginas.
Antonio Cabral
Este libro constituye uno de los escasos estudios sobre el llamado socialismo utópico en España. Hasta su aparición contábamos con la selección de textos preparada por Clara E. Lida, Antecedentes y desarrollo del movimiento obrero español (1835-1888). Textos y Documentos (Madrid 1973), y las antologías prologadas y anotadas por Antonio Elorza, Socialismo utópico español (Madrid 1970) y El Fourierismo en España (Madrid, 1975).
Hasta esta obra los autores que han tratado el tema del furierismo en España, desde Juan Díaz de Moral, hasta Bernaldo de Quirós y Núñez Arenas, pasando por Práxedes Zancada, Francisco Mora, Juan José Morato y Marvaud, se limitaban a reproducir lo dicho por Fernando Garrido en su Historia de las clases trabajadoras:
Juan Diaz del Moral
«Desde 1840, la propaganda socialista comenzó en España y poco a poco ha ido dando sus frutos. Los primeros propagadores de las doctrinas socialistas fueron discípulos de Fourier, figurando el primero entre todos don Joaquín Abreu, diputado que fue de las Cortes de 1823 y uno de los 12 que en Sevilla votaron la destitución del rey Fernando. Abreu, emigrado en Francia, conoció personalmente a Fourier en 1831 y tomó parte en el ensayo intentado en Coudé-sur-Vesgres, que no llegó a completa realización. Vuelto a España en 1834 y establecido en Cádiz, comenzó a exponer las teorías falansterianas en los periódicos de aquella ciudad y en El Eco del Comercio de Madrid. Al cabo de algunos años reunió un grupo activo de propagandistas, entre los que por su constancia sobresalieron don Pedro Luis Hugarte, don Manuel Sagrario de Veloy y don Faustino Alonso. De todos estos primeros apóstoles de la redención social, y especialmente del anciano Abreu y del infatigable Hugarte, recibió el autor de esta obra, hace ahora poco más de treinta años, las primeras nociones de la ciencia social y, propagandista como ellos, ha procurado esparcir las ideas que le habían inculcado. Bajo la acción incansable de Hugarte, primero, del doctor don José Bartorelo, de don Pedro Bohorques, de don Pedro Juan Orts, de don José Demaría, de don Ramón de Cala, de Doronzoro, de don Rafael Guillén y otros que sería ya prolijo enumerar se continuó después la propaganda socialista en la provincia de Cádiz, lo mismo en los campos que en las ciudades. En 1841 don Manuel Sagrario de Veloy intentó realizar en el sitio llamado Tempul, no lejos de Jerez, una asociación armónica desmontando y poniendo en cultivo gran extensión de territorio, debía fundar un falansterio, para lo que había reunido un millón de duros de capital; pero vino a Madrid a fin de obtener del Gobierno la entrada libre de derechos de aduanas, de útiles y material para la fundación y la concesión de cierto número de soldados o de presidiarios, en su defecto, a los que pagaría un plus, y el Gobierno le negó lo que pedía, con lo que abortó el proyecto. Establecido en Madrid en 1845, el autor de esta obra se ocupó activamente, como en Cádiz, en la propaganda, y al siguiente año comenzó la publicación de una revista decenal titulada La Atracción, primer periódico socialista que se publicó en España, y que, falto de suscriptores, sólo vivió tres meses (...)» (Fernando Garrido (1821-1883), Historia de las clases trabajadoras (1870), El trabajador asociado, capítulo XVI.)
Joaquin Abreu
Tal como señala Garrido, el furierismo español se agrupó en torno a la figura de Joaquín Abreu, en la provincia de Cádiz, por lo que el libro de Cabral, lejos de quedar en uno de tantos trabajos chovinistas locales, es para nosotros el estudio más completo sobre el furierismo en España. Antonio Cabral Chamorro (1953-1997), gaditano de Trebujena, fue un historiador especializado en el mundo agrario y con una significativa militancia de raíces comunistas, lo que le situaba en una sólida posición desde la que acometer el estudio del socialismo utópico en su provincia. Para Cabral Chamorro las principales deficiencias de los estudios anteriores sobre el furierismo español son, en primer lugar, que el conocimiento de los furieristas era tanto insuficiente como sesgado; después, que lo publicado sobre el pensamiento de los furieristas se debe más a la disponibilidad de los textos que a su interés, y por último, que las interpretaciones del furierismo gaditano se realizaron desde una óptica urbana e industrial, olvidando que la provincia de Cádiz, donde se desarrolló este movimiento, era esencialmente rural. Mundo al que Antonio Cabral dedicó trabajos como: La Cámara de Comercio en la crisis y reconversión de la economía jerezana, 1886-1900 (Jerez 1986); «Un estudio sobre la composición social y el arraigo del anarquismo en Jerez de la Frontera» (Estudios de Historia Social, 1987); «Observaciones sobre la regulación y ordenación del mercado del vino de Jerez de la Frontera, 1850-1935: los antecedentes del Consejo Regulador de Denominación de Origen Jerez-Xeres-Sherry» (Agricultura y Sociedad, 1987); «Calamidad y socorro de los trabajadores de la campiña jerezana (1778-1873)» (Agricultura y Sociedad, 1994); «Decadencia y crisis de la Sociedad Económica de Sanlúcar de Barrameda: la respuesta de Hernanz Dávila a la circular del Consejo de Castilla en fecha de 14 de julio de 1786» (Revista de Estudios Regionales, 1994); Propiedad comunal y repartos de tierras en Cádiz (siglos XV-XIX) (Cádiz 1995); Agronomía, agrónomos y fomento de la agricultura en Cádiz: 1750-1855 (Cádiz 1995); La colonización ilustrada y liberal en Cádiz: 1750-1850 (Sevilla 1996).
Además de los trabajos citados, su interés por los asuntos del campo gaditano se concretó en su iniciativa de crear un museo agrario en el I.E.S. Santa María de Hungría de Jerez de la Frontera, donde trabajaba. El profesor Antonio Cabral impulsa este proyecto en 1994, al conseguir la cesión de diversos aperos y maquinaria de labranza, labor que le sería reconocida póstumamente al ser bautizado dicho centro como: Museo Antonio Cabral de Tecnología Agraria. Pero no sería esta la única muestra de agradecimiento de sus paisanos al esfuerzo de Antonio Cabral por divulgar el pasado de su tierra, sino que a su muerte se celebró un encuentro de historiadores en Jerez de la Frontera en Homenaje al Profesor Dr. Antonio Cabral Chamorro (1998), y se editó el libro Panfletos y Materiales. Homenaje a Antonio Cabral Chamorro, historiador 1953-1997 (Trebujena 1999), con trabajos principalmente de profesores de la Universidad de Cádiz, institución que junto con el Ayuntamiento de Trebujena estableció en su memoria el Premio de Investigación Histórica Antonio Cabral Chamorro.
La tesis de Antonio Cabral, respecto del socialismo utópico en España, sostiene que mientras que en Inglaterra y Francia éste aparece y se desarrolla cuando ya está consolidada la revolución burguesa y existe un grado considerable de desarrollo industrial, en nuestro país su recepción coincide con la tarea de liquidación del régimen señorial (libertad de industria, desamortización de la tierra, &c.). Dándose, además, una clara diferencia dentro de España entre el caso catalán y el gaditano. En Cataluña, la existencia de un sector industrial de cierta entidad, explicaría la inicial difusión en esta región del sansimonismo, que no llegó a cuajar por la debilidad de los sectores más dinámicos de la burguesía, y el mayor éxito de las doctrinas de Cabet, por dirigirse a las aspiraciones de los artesanos y obreros, por defender el desarrollo industrial y comercial, así como por reclamar el derecho a la igualdad social para la clase trabajadora. En cambio el predominio de la agricultura en la provincia de Cádiz, daría lugar a que el socialismo utópico llegara de la mano de una burguesía comercial y profesional, seguidora de las ideas de Carlos Fourier. El pensamiento de Fourier había atraído en Francia, más a los profesionales de la burguesía que a los trabajadores, a los que por otro lado nunca se dirigió, sino que Fourier siempre trató de incorporar a sus filas a las clases cultas de la sociedad y a los mismos gobiernos. Joaquín Abreu, era uno de estos burgueses ilustrados capaces de acercarse al furierismo, ocasión que se le presentó durante su exilio francés, en el que conoció al propio Fourier y los primeros experimentos de ingeniería social que más adelante trataría de ensayar en España.
Proyecto de Falantesrio en El Tempul -Jerez de la Fra.-
El trabajo de Cabral hace un extenso repaso por la vida y obra de los furieristas gaditanos, con especial atención al rico hacendado don Joaquín Abreu, «el primero de todos». Se detiene después en la figura de Manuel Sagrario de Veloy, al que denomina «sacerdote de la humanidad», que aunque nacido en Zamora, era vecino de Cádiz donde tenía importantes intereses comerciales. Este discípulo de Abreu es el principal impulsor del proyecto de falansterio de Tempul (Jerez), al que consagra todos sus esfuerzos y que abandona por lo que él considera escaso apoyo por parte del gobierno para esta obra decisiva para el futuro de la humanidad, volviendo a sus negocios. También se da noticia de la «feminista» Margarita López de Morla, jerezana perteneciente a una de las familias más ricas de la localidad y autora del opúsculo, Una palabra a las españolas (1841). Y termina con el retrato del «médico de los pobres» José Demaría; del regidor del Ayuntamiento del Puerto de Santamaría, Faustino Alonso; y del profesor de matemáticas Luis Huarte, navarro establecido en Cádiz.
El libro se completa con unos apéndices, donde se dan a conocer artículos hasta entonces inéditos de Joaquín Abreu; y el documento Proyecto de Falansterio para el sitio de Tempul (1841), en el que Manuel Sagrario de Veloy se dirige a las autoridades pidiendo apoyo público para su realización, cuya transcendencia consiste en que: «Trata nada menos, que de averiguar hasta que punto puede mejorarse la condición moral y física de la especie humana, oponiendo a la vez un dique a las guerras, a las revoluciones, y a los motines. Es la empresa más santa de cuantas han podido imaginarse; pues sus beneficios deben alcanzar, no a un solo pueblo, provincia o nación, sino a la humanidad entera, sin que la cueste una gota de sangre, ni una lágrima.»
Y por último reproduce un retrato de Joaquín Abreu que localizó en Cádiz en 1983, en la casa de una anciana sobrina-nieta de éste. Retrato que sería muy difundido a partir de entonces, sin citar muchas veces su procedencia, de lo que se queja Antonio Cabral, en la segunda nota de su artículo «Los repartos de tierras municipales en los siglos XVIII y XIX» (Aljaranda 12, 1994), donde escribe: «No hace mucho que me tropecé con la agradable sorpresa de ver parte de mi libro Socialismo utópico y revolución burguesa: el fourierismo gaditano, 1834-1848 , extractado por J. Navarro Cortecejo para la revista Aljaranda 7 (1992). Y ese mismo año recogía María Francisca Cortés Melgar en su artículo 'La vida y la muerte en Tarifa en la primera mitad del siglo XIX', publicado como suplemento de Almoraima 7 (1992) la foto de Joaquín Abreu que tanto me costó localizar y que di a conocer en mi libro citado, si bien la autora no especifica su fuente.»
En cuanto a la interpretación del furierismo gaditano, la postura de Antonio Cabral difiere de la de autores anteriores, siendo a nuestro juicio la suya más acertada. Según Maluquer de Motes (El socialismo en España 1833-1868, Barcelona 1977) al furierismo español le faltó capacidad de aplicación autónoma y original, pero esto no quita que mantuviese una línea clara y decidida contra los privilegios de la burguesía: así Abreu sería un socialista que ha denunciado el carácter opresivo de la sociedad capitalista, y comprendido la explotación del proletariado industrial y la lucha de clases. Mientras que para Antonio Elorza, si bien proponer a la altura de 1848 la creación de falansterios suponía perder todo contacto con la realidad social, el furierismo actuó con un alto grado de lucidez y coherencia crítica. En cambio para Antonio Cabral todos los furieristas son miembros de la clase dirigente. Entre ellos no hay ningún artesano, ni pequeño campesino y mucho menos jornalero alguno. Todos provienen de las filas liberales y participaron en las luchas políticas del periodo (Guerra de la independencia, Trienio liberal, &c.), sin darse nunca una ruptura entre el liberalismo de su juventud y su posterior socialismo, pues colaboraron siempre con las filas políticas liberales. Además su «fe» socialista fue acompañada siempre por el realismo de los sólidos hombres de negocios y terratenientes que eran. Su «fe» falansteriana no los llevó, como señala Cabral, a lanzarse por los campos y ciudades a propagar la buena nueva, ni les hizo emprender proyectos imposibles y mucho menos arriesgar ni un céntimo propio, aunque disponían de recursos para hacerlo. Y por último, y lo que es más importante, esta primera generación de furieristas gaditanos no llegó a romper con los ideales anclados en el siglo XVIII y permanecieron fieles a una visión ilustrada del mundo. Esto hizo que el movimiento histórico los relegara al más completo de los olvidos y a que en ocasiones ellos mismos se olvidaran del mundo en que vivían, como se aprecia cuando se lanzan a perorar contra la industria y la técnica como creadoras del paro cuando en Andalucía y Cádiz la miseria, más que consecuencia de la industrialización y de la técnica, probablemente fuera el producto de la ausencia de éstas. Por ello, habría que esperar, como señala Antonio Cabral, a que nuevos hombres como Fernando Garrido, Ramón de Cala, Rafael Guillén, y otros se encargaran de adecuar las viejas ideas a las nuevas realidades.