
El 18 de Julio de 1873 Ramón de Cala junto con sus compañeros Francisco
Díaz Quintero y Eduardo Benot presentaron un proyecto de Constitución Federal
de la República. En este proyecto se reconocían como órganos de estructura: el
<<municipio, el cantón o el estadio regional y el estado
Confederal>>, suprema institución del país, enlazados por medio de pactos
políticos y con total autonomía, según el modelo federativo de Proudhom.
La estructura del Cantón parte del derecho natural del ciudadano de un país a configurar su ordenamiento político y económico en libertad y en solidaridad con los otros cantones federales. El Estado de la Confederación sería el instrumento de enlace y supervisión de las actuaciones delegadas que las asambleas Cantonales tuviesen encomendadas. La organización geopolítica del cantón nace de la unión libre del municipio en comarcas, y la de estas en el órgano superior de una comunidad.
A pesar de que este proyecto fue reconocido con acierto y verdadero avance de las ideas democráticas de la época, y que incluso sirvió también de modelo para países europeos y del nuevo continente, no fue considerado viable por la alta clase política, aceptándose el que presentaba Castelar y Palanca, de tinte más moderado.

Algunos párrafos del manifiesto de Despeñaperros –21 de Julio de 1873- dirigido a Los federales de Andalucía, decía:
<<Los traidores de la República han constituido un gobierno más conservador, más reaccionario, más centralizador, que el anterior Gobierno…>>
<<En Despeñaperros, histórico e inexpugnable baluarte de la libertad, se enarboló ayer la bandera de INDEPENDENCIA DEL ESTADO ANDALUZ.
Ínterin se constituyen los cantones del ESTADO ANDALUZ…
¡Viva la República Federal con todas sus reformas sociales!>>.
La situación –como escribe M. Ruiz Lagos- <<…era delicada y en esta ocasión, Andalucía en su planteamiento cantonal configuraba un nuevo ordenamiento político del Estado Central sobre la base del autonomismo integral…>>
El miedo del centralismo a este movimiento cantonal, también estaba a las alturas de las circunstancias. La actuación del general Pavía –encargado por el gobierno republicano de exterminar el movimiento cantonal andaluz- se recoge en sus propias palabras: <<…Si los soldados del reducido ejército de Andalucía disparaban los primeros tiros en España contra el cantonalismo, era segura la lucha y probable la victoria, y si el cantón de Sevilla era destruido… podría lograrse rápidamente la destrucción del cantonalismo en Andalucía… la anarquía y el cantonalismo en Andalucía decidían la suerte del Estado Español. Si aquel era vencedor, todo el país se haría cantonal; pero si era vencido, el cantonalismo desaparecería y la faz de España cambiaría…>>.
<<Toda la población de Sevilla –escribiría el citado general- se puso en armas aumentando considerablemente las numerosas fuerzas populares que estaban armadas junto con el resto del pueblo que no tenía armas y con los numerosos pueblos inmediatos a Sevilla que se prestaron a armarse e hicieron causa común para proclamar el cantón sevillano…>>.
<<Las barricadas populares se extendían desde la Fábrica de Tabacos –sede del gobierno cantonal- hasta la Macarena, y las azoteas y balcones de las casas se convirtieron en puestos de artillería. Estas numerosas barricadas estaban defendidas por el pueblo que tiene Sevilla>>.
El día 30 de Julio el general Pavía inició una batida feroz contra el pueblo sevillano que él mismo diría que <<se asemejaba a la entrada de las reses bravas en un matadero>>. A la caída de Sevilla le seguiría la caída de las restantes ciudades andaluzas que se habían constituido en cantones.

El puritanismo y carácter independiente de Ramón de Cala, hace que a la llegada de la Restauración involucionista se separe de la vida política oficial y se condene al ostracismo. Aunque vivió una vida apartada jamás dejó de interesarse en los asuntos de la tierra andaluza; prueba de ello es su participación de la redacción de la Constitución Cantonal de Antequera de 1883, a la que antes hicimos alusión.
La imposibilidad de la actuación política, a partir de 1875, le lleva a dedicarse fundamentalmente a los estudios de sociología, destacando entre sus trabajos: El problema de la miseria resuelto por la armonía de los intereses humanos. Se trata de una memoria dirigida a un comité instituido en la provincia de Cádiz sobre la cuestión social. También escribió varios ensayos políticos como el Sucinto proceso de las elecciones de Febrero en la circunscripción de Jerez de la Frontera. Además es importante resaltar el ya mencionado estudio sobre el federalismo socialista francés, Los Comuneros de París del que Pi y Margall anunciaría que estos hechos <<…los juzgara Vd. a no dudarlo, según su criterio; pero tengo la seguridad de que no los ha de alterar ni mutilar para amoldarlos a ningún sistema>>. Alvarez Junco señalaría que Cala destaca en aquellos hechos <<…la importancia del anonimato, de la inexistencia de líderes, como prueba del carácter popular del movimiento. Describe con exactitud los objetivos revolucionarios de la Internacional –sustitución del régimen salarial, por asociaciones de trabajadores basadas en la propiedad colectiva y unidas entre si por pactos federales- y se declara favorable a ellos, apuntando como posibles defectos su insuficiencia, porque las colectividades pueden ser raíz de nuevos monopolios, y el amenazador centralismo de la organización revolucionaria…>>.

La labor literaria de Ramón de Cala fue bastante más amplia, pero resulta difícil de recopilar, por estar dispersa en periódicos hoy inexistentes.
La prensa local de la época, tanto la obrera como la opuesta ideológicamente a Cala, destacó ampliamente, al fallecer Ramón de Cala –ocurrido el 12 de Julio de 1902-, varios aspectos de su personalidad y pensamiento político. Algunos párrafos que la Sociedad de Artes Gráficas, -centro, por entonces, del obrerismo andaluz., insertaba en la prensa, decía:

<<A las siete de la tarde de ayer fue conducido a su última morada, el cadáver del que fue honradísimo ciudadano e ilustre político D. Ramón de Cala y Barea… El numeroso acompañamiento que seguía al féretro compuesto en su mayoría por obreros, continuó hasta el cementerio, rindiendo el último tributo de admiración al que fue siempre defensor de las clases jornaleras… Descanse en paz el ‘integérrimo demócrata’…>>.
El Mensajero <<Pudo ocupar en la política los puestos más envidiables y no solamente rechazó la cartera de Ministro… siendo innumerables los rasgos de abnegación y de civismo que esmaltan la historia modesta, a la par que brillante, de este campeón de la democracia>>.

<<La historia también nos enseña –prosigue- lo mismo que la observación de la naturaleza… las sociedades que no tienen la energía necesaria para romper los diques de la opresión, recobrar su libertad y cumplir la ley de progreso, se estancan también, se corrompen y mueren en medio de espantosos cataclismos, o se extinguen lentamente roídas y devoradas por el embrutecimiento, el fanatismo y la miseria…>>

En todo el pensamiento de Ramón de Cala hay que resaltar su gran coherencia entre su ideario político y social. Fue un hombre comprometido con el pensamiento y la acción. Un hombre que fue a la política influido por su excesiva preocupación social y por Andalucía, pero nunca utilizó la política para medrar en ella como lo demuestra su propia vida.-
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