viernes, 14 de octubre de 2011

RAMON DE CALA VISTO POR "IDENTIDAD ANDALUZA" II

 La sucesión de los hechos es conocida de todos: La llegada de Prim, a bordo del Zaragoza; las veleidades de Topete; la actuación de las masas y la constitución de una Junta provincial revolucionaria que no satisfizo a los radicales porque <<el procedimiento empleado para constituir la primera junta de gobierno –escribiría Paul-, en verdad anómalo y fuera de las reglas revolucionarias; confirma la tendencia absorbente del militarismo dictatorial, y fue más tarde también motivo de las sangrientas jornadas de Cádiz…>>.



Perez del Alamo
La legalización de la revolución se hizo en Sevilla mediante la proclamación que hizo su Junta revolucionaria que sirvió de modelo para otras. Sus puntos progmáticos fueron redactados por el general Izquierdo, por Pérez del Alamo y por Ramón de Cala: En este texto se consagraba el sufragio universal y libre como una y verdadera expresión de la voluntad nacional; la libertad absoluta de imprenta sin sujeción a los delitos que marca el código de los delitos de injuria y calumnia; la práctica de todas las libertades: la de enseñanza, la de cultos, etc.; la abolición de la constitución bastarda y de todas las leyes orgánicas que de ella se derivan; la abolición de las quintas…etc.



El levantamiento armado cantonal de Cádiz en los primeros días de Diciembre, resistiéndose el desarme de los Voluntarios de la Libertad, milicias populares protagonistas y defensoras de la Revolución, mostraba el divorcio entre la teoría y la práctica de los implicados en el destronamiento de Isabel II. Era la línea divisoria entre los de <<aquí no ha pasado nada>>, que pretendían limitar la revolución a un cambio de Gobierno, y los extensos sectores de clases medias y trabajadores del campo y de la ciudad empeñados en librar batalla por la consecución de un nuevo orden social.

Este levantamiento es el primer síntoma de una revolución traicionada que va a ir radicalizando a los federales andaluces. La actuación del centralismo frente a este poder juntista, cantonal, nos explica los sucesivos levantamientos populares que se suceden durante el sexenio revolucionario. Hay que notar que fueron los cantonales andaluces los más significados en la defensa del federalismo y del poder juntero o cantonal, debido, fundamentalmente a su mayor protagonismo e implicación en este proceso revolucionario.



No había pasado un mes del pronunciamiento gaditano, cuando la prensa progresista salía al paso de la opinión contraria que sobre el juntismo-cantonal se respiraba en Madrid. El periódico La Discusión se preguntaba: <<…¿De qué proviene esta animadversión a las Juntas? ¿Por qué se pide que cesen pronto sus funciones? ¿Fomentan acaso la anarquía? …No. Las Juntas de provincias son poderosos auxiliares de la revolución, las juntas reclaman, estudian y discuten cuanto conviene a los intereses populares; las juntas vigilan trabajan para que la obra revolucionaria se lleve a cabo con todas sus consecuencias…>>.



Manifestacion 4 de Diciembre 1977 por la autonomia
La madrugada del 4 de Diciembre de 1868 se inicia la insurrección en el puerto de Santa María y Cádiz. El motivo <<externo>> será una cuestión de jornaleros que piden aumento de sueldo, y una resistencia armada de las milicias cívicas –Voluntarios de la Libertad- a dejar las armas hasta que no vieran consolidada su Revolución. El motivo de fondo será a toma de conciencia del Pueblo Andaluz. Al frente de esta insurrección aparecería un nuevo personaje: Fermín Salvochea, acogido con simpatías por Paúl y Angulo y Ramón de Cala.



La mecha prendida en la ciudad, cuna de las libertades democráticas y populares, se propagó rápidamente a Málaga, Granada, Sevilla y Jérez. El poder central intervendría por medio del general Caballero de Rodas en un madura represión que según varios historiadores causó no menos de 3.000 muertos.



El centralismo confirmaba una vez más –y, por desgracia, no la última- su actitud reaccionaria y conservadora frente al Pueblo Andaluz. Los Voluntarios de la Libertad que se enfrentaron al ejército regular, eran los  mismos que tres meses antes habían hecho posible la proclamación de la Revolución en la Bahía de Cádiz. Así, el gobierno central devolvía esta moneda a los que hicieron posible la revolución de Septiembre de 1868.



La <<alta clase política>> alardeaba continuamente en el Congreso de Madrid sobre el problema andaluz sin entender nada, encerrados en sus mezquinos conceptos de centralismo y conservadurismo. Ramón de Cala denunció en un extraordinario discurso la actitud reaccionaria de los traidores a la Revolución y se refirió a <<las cuerdas de presos andaluces que salieron por ciento para los presidios de Ceuta y Melilla>>. También señalaría que <<nadie supo medir el alcance de una revolución, y que lo que parece desorden, no es más que fijación de un orden nuevo>>.

Gobierno provisional tras el derrocamiento de Isabel II
Curiosamente, al cabo de ciento nueve años y en la misma fecha del 4 de Diciembre, Andalucía se levantó al unísono con una única arma. Su bandera de liberación, para exigir de nuevo ser reconocida como una nacionalidad libre, progresiva y autonómica en pie de igualdad con los demás pueblos del Estado.



Instaurado el proceso democrático, Cala fue elegido por el Congreso de los diputados, figurando en la izquierda de la cámara. En las constituyentes Cala defendía sus ideas federales, y en el periódico La igualdad –del que era director- llevaba a efecto campañas en las que en algunas cuestiones de forma y contenido no pensaba del mismo modo que Pi y Margall, explicando el alcance y límite de sus teorías federales. Fue uno de los miembros más destacados de la minoría republicana de aquellas cortes constituyentes de 1869 tanto por su elocuencia como por sus conocimientos en materias económicas y sociales.



Volvió a ser proclamado nuevamente diputado, cargo que ostenta hasta 1873, en que es elegido senador por la provincia de Gerona. Esta denominación se debió al partido carlista, reconocido  su empeño por arrancar de Prim el indulto de los cabecillas carlistas que iban a ser fusilados en Cataluña. Posteriormente rechazaría varios puestos como la embajada de París, la cartera de Hacienda, ofrecida por Pi y Margall. Formó parte de la redacción del diario madrileño El Combate que dirigía Paúl y Angulo, por lo que fue señalado, ante sus continuas incitaciones a la sublevación, como uno de los presuntos autores del asesinato del general Prim, demostrando en una sesión memorable de Cortes su inocencia.



Este periódico surgió como necesidad de aplicar las ideas societarias y federales proclamadas en Cádiz. El número inicial apareció el 1 de Noviembre de 1870 componiendo su redacción, aparte de los mencionados, José Isasola, Francisco Córdoba López, Francisco Ripa Perpiña, Federico Carlos Beltrán y Luis Pierda. El diario salía enfrentado al gobierno y su objetivo era demostrar la traición de Prim a los ideales de la Revolución. Por el contenido de este periódico se pude comprender aunque se hubiese servido de ellos en su deseo antidinástico. Recogemos algunos párrafos de su editoriales: <<…las ideas se difunden por la propaganda y se realizan por la lucha… Escribimos ‘El Combate’, el cual nuestra principal misión será inculcar en todos los ánimos la idea de que no con palabras, sino con martillos rompen los esclavos las cadenas que los oprimen; de que no con palabras, sino con bien templados aceros, se derriban las dinastías y los tronos; de que no con palabras se desarman las dictaduras, sino con el unánime esfuerzo material de todos los que gimen bajo su yugo…



Cadiz celebrando "La Gloriosa"
Ahora o nunca –en que la Soberanía Nacional se encuentra desmentida por el artículo 33 de la Constitución- debe ser el lema de combate para todos los hombres de progreso, porque si en esta lucha suprema los reyes quedaron vencedores, no sólo la nuestra, sino muchas generaciones, sufrirían las consecuencias de nuestra indiferencia, de nuestra cobardía y de nuestra derrota.

¿Qué ha curado la revolución de septiembre? Nada. Las tres cadenas del pueblo, la institución monárquica, la Iglesia privilegiada y el código civil, aún permanece enroscada al cuerpo del   hombre. La revolución de septiembre no ha cumplido sus promesas. El pueblo ha sido por sexta vez engañado. ¿Habrá alguno que  niegue al pueblo el derecho de exigir la debida reparación? ¡Cúmplase la Soberanía Nacional! Gritaron unánimemente todas las Juntas Revolucionarias. ¿En qué se ha cumplido la Soberanía Nacional?… Se decretó la disolución de las Juntas Revolucionarias…



Antes de la Revolución del 68, el trabajador cultivaba la tierra y no tenía que comer; edificaba las casas y vivía en madrigueras, hacía zapatos y estaba descalzo;… ¿Qué bienes ha recibido el trabajador de la revolución de septiembre?… ¡Y aún se temen las iras del pueblo, y aún se afirma que no está preparado para recibir los bienes de la República!.



El antirrevolucionario general Prim cumplirá, como siempre, su palabra empeñada con la mano sobre el puño de su espada, y los contribuyentes soberanos aplaudirán su conducta a mandíbula batiente,… ¡Cuánta farsa, cuánta intriga, cuánta miseria y pequeñez! Pero no importa, adelante y siempre adelante, señores monárquicos; coronad pronto el edificio revolucionario porque el Partido Republicano ha apurado, durante dos años el Cáliz de la amargura, y es ya la  hora de la reparación social. Adelante, señores monárquicos, siga la farsa parlamentaria, y sobre todo, general Prim, agarraos fuertemente a la cola de la mayoría con una mano y con la otra a los faldones del sexto candidato, que el pueblo soberano se cuidara de los detalles de la regia profesión…>>


Celebracion de "La Glriosa" en la Puerta del Sol -Madrid-

La salida de esta editorial coincidía con la decisión suprema de instaurar la corona del príncipe Amadeo de Sabaya, solución que era respaldada por Prim. Las contradicciones del general quedaban al descubierto, y por supuesto, esta opinión de conseso era fuertemente atacada por el grupo radical de Paul y Cala. Ellos exigían el cumplimiento del programa suscrito en Cádiz.

Los  hombres de El Combate desilusionado de la Revolución septembrina, y ante la restauración monárquica en la persona de Amadeo, inician una dura campaña de ataque a Prim al que consideraban <<traidor de los principios de la revolución>>. El Combate llama a una ruptura no pactada con el ejército; apela al pueblo en armas como última posibilidad de hacer la revolución social. La incitación a la revolución era la constante del grupo de Ramón Cala como se deja notar en las editoriales de El Combate:



<<… <<Sólo una revolución violenta que haga tabla rasa de todo lo que existe de injusto, de inocuo y de tiránico, y que asiente la sociedad solidamente sobre la base de la democracia y de los derechos del hombre, puede remediarlo, y sólo un gobierno republicano federal que estimule el desarrollo de todas las fuerzas vivas del país y garantice todos los derechos sociales dentro de la libertad y de la justicia, puede, con su descentralización completa, que desenvuelva todas las facultades así individuales como colectivas, curarlos radicalmente>>.



Manifestacion anti Isabel II 1865
Ramón de Cala no votó la constitución monárquica de 1869, tampoco apoyó la restauración amadeista, y respetando el criterio de la mayoría del congreso, nunca dejó de presentar batalla por sus ideales societarios y republicanos-federales: se argumentaba que la legalidad de la monarquía se sustentaba sobre el respeto a unos derechos naturales que eran incondicionales e inmorales; Cala diría: <<…pues si yo demuestro que los derechos naturales están condicionados en el régimen actual; si yo demuestro que tienen que estarlo constantemente mientras exista la monarquía, habré demostrado que es imposible la alianza entre la monarquía y la democracia, y que los demócratas que están en el poder viven alimentados por una ilusión o quizás recurran a un pretexto…>>.



Tras este razonamiento, critica la constitución porque otorga más soberanía a la institución monárquica que a la popular por el derecho de veto amadeista; y por intrínseca intransigencia social que engendraría la revolución. El radicalismo de Cala estaba totalmente justificado; el diría en uno de sus discursos: <<… lo que ha pasado verdaderamente al ‘Partido Democrático’ al contribuir a formar el mecanismo gubernamental presente, lo que ha pasado es sencillamente un error de método. Siendo demócratas debieron  haber principado por colocar en toda su extensión, con absoluta amplitud los derechos individuales, y luego, si aún les quedaba algún deseo de transición o de cariño a la institución monárquica, buscar entre los resquicios y espacios que dejaban esos derechos individuales un sitio donde colocarla…>>.



Isabel II sale para el exilio
No es de extrañar que el jerezano habiendo partido de una concepción demo-liberal evolucionara a otra prácticamente obrerista, siempre conservando su fondo autonomista y federalista, al comprobar que todas las promesas hechas por la burguesía progresista habían quedado en simples palabras. Esta actitud le predispone a llevar una enconada defensa para la legalización de la Internacional a la que se oponían amplios sectores de la burguesía, que en ningún momento estaban dispuestos a admitir el asociacionismo obrero y el derecho a ser socialista.



Para Cala <<…La Internacional es el mecanismo de una idea nueva que viene a pedir a la democracia soluciones de equidad en los medios de producir la riqueza y distribuirla… No es posible de ninguna suerte evitar las manifestaciones naturales del progreso, ni de los intereses de una clase, ni la fuerza de un partido, ni el poder de una ley pueden reprimir lo que se reclaman los tiempos y la necesidad…>>.



La concepción internacionalista de Cala no era óbice ni impedimento para continuar en su planteamiento inicial autonomista y federal. Tanto Cala como Fernando Garrido o Pi y Margall, veían que la solución del problema social había de pasar necesariamente por la contemplación y solución de los hechos diferenciales y abogaría constantemente por la descentralización; <<somos republicanos –diría- pero republicanos que no concebimos sin la autonomía de las regiones y los municipios… Federales, hoy como siempre, dividimos en regiones la Península y las reconocemos autónomas y capaces de reformar su derecho. Podrán bajo nuestro sistema por sus propias leyes, Galicia, resolver el problema de los foros y remediar los males de la extremada dislaceración de su territorio; Andalucía, anular añejas usurpaciones y dividir sus latifundios…>>.

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